La industria de la energía eléctrica se erige como una piedra angular de la sociedad moderna. Cuando ocurren emergencias, desde los fuertes vientos de un huracán hasta el impacto generalizado de una tormenta invernal, la respuesta de emergencia ininterrumpida y las iniciativas de recuperación ante catástrofes se convierten en elementos cruciales para restablecer el suministro eléctrico y los servicios esenciales.
Comprender el papel vital del transporte en estas situaciones y prepararse para los posibles desafíos no es simplemente una buena práctica, sino que es fundamental para la reconstrucción de las comunidades afectadas. Aunque la gravedad y la duración de eventos como incendios forestales, huracanes, tormentas invernales y tornados pueden variar, los principios fundamentales de preparación, respuesta y recuperación permanecen constantes.
El trabajo crítico de restablecer el suministro de electricidad ante una emergencia no comienza cuando se apagan las luces, sino que comienza mucho antes de la primera ráfaga de viento o la primera chispa de fuego.
En el sector de los servicios de suministro eléctrico, las bases para lograr la eficacia en la respuesta de emergencia y la recuperación ante catástrofes se construyen a partir de una planificación meticulosa, una evaluación proactiva de riesgos y el fomento de relaciones de colaboración sólidas. Este enfoque preventivo garantiza que, cuando inevitablemente ocurran crisis, el marco logístico ya esté establecido para facilitar una movilización rápida y eficiente de recursos.
Estar preparado vale la pena
Las investigaciones indican que cada $1 que se invierta en la preparación para catástrofes es posible ahorrarles a las comunidades $13 en impacto económico, daños y costos de limpieza.
Antes de formular planes de respuesta detallados, es crucial comprender las amenazas específicas que podrían afectar la infraestructura de los servicios públicos en las regiones a las que usted presta servicio. Reconocer que las diferentes áreas geográficas enfrentan riesgos distintos le permite crear planes más específicos.
Los incendios forestales, tanto si son provocados por causas naturales como si se deben a actividades del ser humano, pueden generar peligros significativos al dañar directamente la infraestructura, cerrar corredores de transporte vitales debido al humo y al fuego, y requerir el traslado urgente de equipos y personal especializados. Investigar los patrones históricos de incendios forestales en sus áreas de operación es fundamental.
Los huracanes suponen una compleja gama de amenazas, que incluyen vientos fuertes, inundaciones y marejadas ciclónicas. Todos estos fenómenos pueden hacer que las carreteras sean intransitables, dañar puertos y líneas ferroviarias, y requerir el rápido despliegue de cuadrillas y equipos para el restablecimiento de los servicios.
Si bien pueden parecer diferentes, tanto las tormentas invernales intensas (que traen hielo, nieve y frío extremo) como los tornados (con su destrucción localizada pero intensa) requieren una planificación sólida. Las tormentas invernales pueden inmovilizar las redes de transporte, mientras que los tornados pueden crear necesidades inmediatas y localizadas de equipos y personal.
Los terremotos, aunque menos frecuentes en algunas regiones, representan una amenaza única y colosal para la infraestructura de los servicios públicos. Los temblores del suelo repentinos y generalizados pueden causar daños catastróficos en el tendido eléctrico, las subestaciones, las torres de comunicación y las rutas de transporte. Entender la actividad sísmica histórica e identificar las líneas de falla en sus áreas operativas es crucial.
Los tornados representan desafíos adicionales
A diferencia de los huracanes, los tornados suelen ser difíciles de pronosticar, lo que hace que la planificación logística proactiva y el posicionamiento previo de recursos representen un desafío mucho mayor.
La identificación de vulnerabilidades implica hacer una evaluación exhaustiva de los riesgos que tenga en cuenta tanto las vulnerabilidades a nivel de la empresa como los riesgos regionales más amplios. Se trata de identificar sistemáticamente dónde se encuentran sus debilidades: los puntos en su red de transporte, sus activos y sus procesos operativos que son más propensos a sufrir interrupciones.
Siga el recorrido del equipo crítico necesario para la restauración de energía, desde las instalaciones del proveedor hasta el lugar de montaje. En cada etapa, formule una serie de preguntas para comprender mejor cualquier complicación que pueda surgir:
Evalúe la resiliencia de sus propios activos de transporte, tales como vehículos, equipos y sistemas de comunicación. Considere su capacidad para soportar diferentes condiciones ambientales y la posibilidad de daños o pérdidas durante un desastre. Por ejemplo, ¿están sus instalaciones de mantenimiento ubicadas en áreas de riesgo? Con previo aviso, ¿podría usted reubicar los activos fuera de peligro para responder más rápido y restablecer el suministro eléctrico más pronto?
Establezca proveedores alternativos confiables y, cuando se justifique, coloque el inventario de emergencia (combustible, piezas de repuesto, equipos especializados) con anterioridad y de manera estratégica en lugares menos vulnerables.
Los planes de respuesta ante emergencias sirven como el marco estratégico que guiará sus acciones cuando ocurra una catástrofe. Un plan bien diseñado describe procedimientos específicos para una variedad de escenarios posibles; en el caso de las situaciones más probables, los planes son más detallados.
Estos planes deben abordar explícitamente el aspecto crucial de la colaboración, desde los protocolos de comunicación hasta las estrategias de movilización de recursos para garantizar directrices de seguridad claras.
Resalte y planifique cualquier interdependencia entre los embarcadores, las empresas de servicios públicos (generación, transmisión, distribución), los servicios de emergencia (bomberos, policía, EMS) y los organismos gubernamentales. El establecimiento de protocolos claros y bien definidos antes de que ocurra un evento ayudará a evitar la confusión y la ineficiencia durante una emergencia.
Respuesta proactiva al huracán Helene
En 2024, C.H. Robinson ayudó a un proveedor de servicios públicos a coordinar 150 envíos para garantizar que los materiales esenciales y equipos de comunicación estuvieran disponibles en los sitios de procesamiento y preparación antes de que llegara la tormenta.
La preparación va más allá de la planificación: requiere una práctica directa para garantizar que todas las personas involucradas estén listas para realizar sus tareas de manera eficaz bajo presión.
Comience internamente organizando sesiones periódicas de capacitación sobre procedimientos de respuesta ante emergencias, protocolos de seguridad y estrategias de comunicación para todo el personal pertinente. Luego, amplíe sus esfuerzos para incluir simulacros realistas y ejercicios de planificación de escenarios que simulen diversas situaciones de catástrofes. Incluya a todas las partes involucradas, desde proveedores de logística hasta proveedores globales. Esto ayuda a identificar las debilidades del plan y asegura una ejecución fluida durante un evento real.
Cuando ocurre una catástrofe, las bases cuidadosamente establecidas se ponen a prueba de manera definitiva. Esta fase exige una acción rápida y decidida, guiada por los planes preestablecidos de respuesta ante emergencias. La capacidad de afrontar la situación con eficacia, manteniendo la agilidad y reaccionando a las circunstancias cambiantes, impactará directamente en la velocidad y eficiencia de las iniciativas de recuperación.
En las horas y días iniciales críticos de una catástrofe, la principal preocupación es garantizar la seguridad de todo el personal y del público en las áreas afectadas. Esto requiere la implementación inmediata de estrictos protocolos de seguridad, que pueden necesitar ajustes según las condiciones específicas y a menudo impredecibles que se encuentran en el terreno.
Al mismo tiempo, es crucial iniciar una primera evaluación de los daños de forma rápida y exhaustiva. Evalúe rápidamente el impacto en las rutas de transporte, la infraestructura de los servicios públicos y sus propios activos. El establecimiento de mecanismos eficientes de presentación de informes brinda un panorama operativo común que inevitablemente cambiará a medida que surja nueva información.
Cuando se presenta una situación de emergencia, a menudo puede generarse un entorno caótico. La comunicación confiable y constante se convierte en un elemento crucial para coordinar los esfuerzos de respuesta.
Cuando las personas se presentan en el lugar afectado, esto puede incluir sistemas redundantes como teléfonos satelitales, radios bidireccionales y plataformas digitales dedicadas para garantizar la conectividad, incluso si la infraestructura de comunicaciones tradicionales se ve comprometida.
Debe estar preparado para adaptar las estrategias de comunicación a medida que cambie la situación y utilizar los canales más efectivos disponibles en cada momento para asegurar que el flujo de información continúe sin interrupciones hacia sus equipos, proveedores de logística y servicios de emergencia.
Igual de importante es la necesidad de brindar información pública clara y oportuna, y actualizaciones que puedan necesitar ajustes según el desarrollo de las circunstancias.
Una vez que haya comprendido cuáles son los daños iniciales causados por una catástrofe, el siguiente paso crítico es la asignación estratégica de recursos. Tenga en cuenta que parte de esta movilización a menudo comienza incluso antes de que ocurra una catástrofe, como el posicionamiento de las cuadrillas y los equipos antes de un huracán. Este despliegue inicial se amplía y refuerza a medida que se esclarece el alcance total de los daños. El proceso implica la rápida movilización de activos de transporte preidentificados (camiones, conductores y equipos especializados) a las áreas donde se necesitan con más urgencia.
Establezca áreas de acopio y preparación de equipos y materiales ubicadas estratégicamente a fin de agilizar el proceso de restablecimiento. Estos puntos deben ser accesibles, seguros y estar organizados para permitir una rápida recuperación y distribución a las cuadrillas que trabajen en el campo. La gestión eficaz del inventario en estos puntos de acopio y preparación también es decisiva.
Aunque la velocidad y la precisión son fundamentales en esta fase, también es crucial establecer prioridades claras para la entrega de materiales y equipos esenciales según las necesidades inmediatas de la comunidad y la evolución de los esfuerzos de restablecimiento.
Los incendios forestales requieren flexibilidad
Un incendio forestal en California requirió que C.H. Robinson se encargara del traslado de más de 531 envíos, de día y de noche, para ayudar en los esfuerzos específicos de recuperación.
A medida que la crisis inmediata comienza a disminuir, la atención se centra en la fase crítica de restablecimiento y recuperación. Para los proveedores de servicios públicos, esto implica la compleja tarea de evaluar los daños y restablecer sistemáticamente el suministro eléctrico y los servicios a las comunidades afectadas.
Inspeccione de forma exhaustiva todas las rutas de transporte y activos afectados para identificar el alcance de los daños. Con esta información, realice cálculos precisos a fin de determinar los costos de reparación y establecer plazos realistas para restaurar la infraestructura y sus capacidades operativas. Implemente mecanismos sólidos de seguimiento de los costos.
Costo real de las interrupciones del servicio
El Departamento de Energía de EE. UU. estima que los cortes de energía le cuestan a la economía del país aproximadamente 150 mil millones de dólares al año.
Ninguna respuesta de emergencia se desarrolla exactamente como se planeó. Los obstáculos inesperados, las prioridades cambiantes y los desafíos logísticos imprevistos son inherentes a las situaciones de catástrofes. Por lo tanto, es crucial considerar estas desviaciones del plan, es decir, las cosas que salieron mal o se apartaron de las expectativas, como oportunidades de aprendizaje invaluables para estar preparados en el futuro.
Después de cada evento, analice dónde el plan no cumplió con las expectativas e identifique áreas para mejorar. Esto le permitirá contar con un ciclo de aprendizaje y perfeccionamiento continuos que, en última instancia, fortalecerá su capacidad de reaccionar de manera aún más efectiva ante una situación de crisis en el futuro.
Implemente un cronograma para revisar y actualizar frecuentemente sus evaluaciones de riesgos a fin de tener en cuenta los cambios en las condiciones ambientales, los desarrollos de infraestructura y las diferentes amenazas.
Cuando sea posible, apoye o invierta en mejoras de infraestructura que aumenten la resiliencia de las rutas de transporte críticas. Esto podría incluir mejorar el acceso por carretera a las subestaciones o establecer opciones de transporte redundantes.
La implementación de tecnologías como el rastreo por GPS de vehículos y equipos, la supervisión en tiempo real de los niveles de inventario y el análisis predictivo de posibles interrupciones en la cadena de suministro puede mejorar significativamente la conciencia logística y facilitar la toma de decisiones durante emergencias.
Participe en iniciativas de educación pública para aumentar la conciencia sobre la preparación ante catástrofes. Construya alianzas sólidas con las comunidades locales para fomentar una mejor coordinación y apoyo mutuo durante las emergencias.
Al abordar las complejidades de la logística de emergencia, la selección de un proveedor de servicios logísticos es una decisión crucial. Elija un proveedor con experiencia específica y habilidades comprobadas en respuesta ante emergencias. El nivel adecuado de experiencia puede mejorar notablemente la velocidad y la eficiencia de sus iniciativas de recuperación, y garantizar que los recursos esenciales lleguen al lugar correcto en el momento adecuado.
La respuesta ante emergencias y la recuperación ante catástrofes en la industria de los servicios públicos no son eventos aislados, sino un ciclo continuo de preparación, respuesta y recuperación. La experiencia adquirida y las lecciones aprendidas en cada situación, desde la evaluación inicial hasta las etapas finales del restablecimiento de los servicios, son activos invaluables que deben analizarse meticulosamente e integrarse en los futuros planes de preparación.
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